Terminar con la pobreza de aprendizajes: una de las tareas más importantes de nuestros tiempos

Aprender a leer es uno de los hitos en la vida de todo niño y niña. La lectura es una habilidad fundamental, necesaria para la participación en sociedad. Es una puerta de entrada a todas las demás materias de aprendizaje.

Al final de la escuela primaria los niños deben poder leer con fluidez, con cierto nivel de complejidad y velocidad, y comprender lo que están leyendo. ¿Esto está pasando?

Pongamos una vara relativamente baja: todos los niños deben poder leer y comprender un texto simple a los 10 años. Utilizando evaluaciones internacionales y nacionales, en un esfuerzo conjunto con la UNESCO, hemos evaluado cuántos niños no pueden aprobar esta vara en cada país. En Irlanda, ese número es del 2%. En Finlandia 3%; en Singapur 3%; en Portugal 6%. La habilidad de leer es casi universal para los niños pequeños en estos países, como en muchos otros países ricos. En promedio, en los países ricos solo el 9% de los niños no pueden leer un texto a los 10 años.

Pero ahí es donde terminan las buenas noticias. En el mundo en desarrollo, en todos los países de ingresos bajos y medianos, más de la mitad de los niños no pueden leer y entender un texto simple a la edad de 10 años. A eso lo llamamos la tasa de «pobreza de aprendizajes». Más precisamente, en promedio, la pobreza de aprendizajes en estos países es del 53%. En los países pobres, esa proporción aumenta a un altísimo 89%. La pobreza de aprendizajes se distribuye de manera extremadamente desigual: el siglo XXI coexiste con el siglo XIX.

Desde abril de 2017, Jaime Saavedra se desempeña como director senior de la Práctica Global de Educación en el Banco Mundial. Entre 2013 y 2016 fue ministro de Educación del Gobierno del Perú. Durante su mandato, el sistema educativo peruano mejoró considerablemente, según indican los resultados de diversas evaluaciones internacionales de aprendizaje.

Este alto nivel de pobreza de aprendizajes es una forma simple y directa de comprender la crisis de aprendizaje en la que estamos viviendo, que el Banco Mundial reconoció por primera vez en el Informe sobre el Desarrollo Mundial 2018. Los niños que no dominan las habilidades de lectura para su décimo cumpleaños tendrán dificultades para estar al mismo nivel que otros estudiantes y es probable que no continúen aprendiendo en los niveles superiores de la escuela o que incluso permanezcan en la escuela por mucho más tiempo. Todos sus demás resultados educativos están en riesgo, sus perspectivas de vida están en riesgo. Una habilidad que muchos de nosotros damos por sentado es, de hecho, un privilegio que se les niega a millones de niños en todo el mundo.

La pobreza de aprendizajes es moral y económicamente inaceptable. Moralmente inaceptable, porque millones de niños no pueden participar en una economía cada vez más próspera y rica. Contamos con la tecnología para proporcionar servicios de educación básica y, a nivel mundial, los recursos están disponibles, pero esa prosperidad no se comparte. Económicamente inaceptable, porque incluso si solo nos preocupamos por la competitividad y el crecimiento, si no se acumula capital humano, es imposible que un país prospere en la economía global. Los hallazgos del Banco Mundial muestran que, en los países ricos, el 70% de la riqueza se deriva del capital humano acumulado, mientras que, en los países más pobres, solo el 40%.

Eliminar la pobreza de aprendizajes es tan urgente como eliminar la pobreza extrema, el retraso en el crecimiento o el hambre. La comunidad internacional y la mayoría de los países han acordado una serie de objetivos en educación. El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 4 aspira a «garantizar una educación primaria y secundaria gratuita, equitativa y de calidad para todos» para el 2030, entre muchos otros resultados educativos. ¿Estamos en el camino correcto para lograr al menos una educación primaria de calidad para todos? La verdad es que no.

Con una educación primaria de calidad, todos los niños aprenderían a leer; la pobreza de aprendizajes se acercaría a cero. Sin embargo, en un escenario de «business as usual», es decir, si el progreso continúa al ritmo observado durante 2000-2015, para el 2030 la pobreza de aprendizajes caerá solo al 43%. Los altos niveles de pobreza de aprendizajes y la lenta tasa de mejora son una advertencia temprana de que la mayoría de las metas educativas incluidos en el ODS 4 corren el riesgo de no cumplirse.

Eliminar la pobreza de aprendizajes para todos los niños para el 2030 requerirá mejoras a un ritmo y una escala sin precedentes. Esto no significa que debamos dejar de luchar por este objetivo. Centrarse en eliminar la pobreza de aprendizajes requerirá que todos los actores del sistema educativo (maestros, directores, burocracias locales y nacionales, ministros y muchos otros) internalicen que el propósito principal de su trabajo es asegurarse de que cada niño aprenda. Y los gobiernos y las sociedades tienen que asumir los compromisos financieros y políticos necesarios, y los recursos humanos necesarios para asegurar una educación de calidad para todos los niños. Todos merecen la alegría de leer. Todos merecen un futuro mejor.


Este artículo fue publicado originalmente en el blog Education for Global Development del Banco Mundial. Lea el texto original y completo.