En todo el mundo, el crecimiento de la matrícula universitaria ha sido notable en las últimas décadas, lo que ha llevado a un aumento en la demanda de profesores y personal de apoyo porque, como es bien sabido, la enseñanza superior es una actividad intensiva en personal. En algunos países, se trata de un sector que acoge a millones de personas. Por ejemplo, en los Estados Unidos hay unos 3,5 millones de personas empleadas en instituciones de enseñanza superior. De ese total, alrededor de 1,5 millones son profesores y de ellos aproximadamente la mitad lo son a tiempo completo. Esa cifra de un millón y medio corresponde igualmente a todo el cuerpo docente en educación superior del conjunto de la región de América Latina. De ellos, la mitad se concentra prácticamente a partes iguales entre Brasil y México.
No es extraño, por consiguiente, que el 60% de los presupuestos de las instituciones de educación superior estadounidenses se destine a pagar los salarios y prestaciones del personal. En Europa esa cifra aumenta, por término medio, hasta el 75% y, aunque no hay cifras disponibles para América Latina, es fácil imaginar que se trate de un porcentaje aún mayor de los costes de funcionamiento. Las últimas cifras disponibles sitúan los gastos corrientes en Argentina en torno al 98% del total, en Chile el 94% y en Uruguay del 79%.
Sin embargo, a menudo las instituciones de educación superior se enfrentan a limitaciones financieras que dificultan la contratación de personal a tiempo completo y la oferta de salarios competitivos. Esto puede resultar en una alta carga de trabajo para el personal existente y en una competencia feroz en algunas áreas. En efecto, la escasez de profesores altamente calificados en áreas específicas es una preocupación común en todo el mundo. En muchos países existe una brecha entre la demanda de educación superior y la disponibilidad de profesionales con las credenciales necesarias para enseñar en instituciones de calidad porque los correspondientes sectores de la actividad profesional pagan mejores salarios. Además, la falta de incentivos y oportunidades para la investigación a menudo dificulta la retención de académicos talentosos.
La creciente escasez de personal no se limita solo a profesores, sino que también se extiende a roles de apoyo, como administradores y personal de servicios. Las universidades luchan por encontrar y retener empleados cualificados en áreas como la gestión administrativa, los servicios de biblioteca y la atención al estudiante. Además de los desafíos relacionados con la dotación de personal académico, las universidades del Sur Global también enfrentan problemas de infraestructura y recursos limitados, lo que puede afectar la calidad de la enseñanza y la investigación. Estos desafíos son aún más pronunciados en instituciones ubicadas en áreas rurales o marginadas.
A medida que la población estudiantil continúa creciendo y la generación de profesores experimentados se acerca a la jubilación, la escasez de personal académico y de apoyo en la educación superior se agravará. El mercado laboral del trabajo académico podría estar encubriendo desafíos más amplios en lo que respecta a la dotación de personal en la educación superior. Si habla con cualquier persona que trabaje en una universidad, probablemente le dirá que su departamento sufre de una falta de personal evidente.
El gran secreto a voces del trabajo académico es que los académicos, sin importar su nivel o posición, están constantemente ocupados. Gran parte de su tiempo se invierte en el trabajo nocturno y de fin de semana, lo cual se debe en parte a la competitividad del sector y al amor por su trabajo. Sin embargo, la razón principal por la cual los profesionales en la educación superior trabajan tantas horas es que asumen múltiples roles. El trabajo en este ámbito no se limita a las horas oficiales; continúa incluso cuando un colega se jubila o se traslada a otra institución o sector.
Este fenómeno se debe principalmente a la precariedad financiera que afecta a la mayoría de las instituciones de educación superior. Esto se agrava por las tendencias demográficas desfavorables y la disminución de la financiación pública. Las facultades y universidades se muestran renuentes a contratar personal a tiempo completo. Sin embargo, ya sea con o sin suficiente personal académico y administrativo, la labor de la universidad es imperativa. Esto significa que todos se encuentran en un constante estado de desbordamiento.
Es probable que la escasez de personal en la educación superior se intensifique en los años venideros. En el futuro, este problema se deberá principalmente al rápido envejecimiento de la fuerza laboral en el sector postsecundario. En la próxima década, una cantidad significativa de empleados de universidades y escuelas superiores se retirarán, llevándose consigo años de conocimientos y experiencia. Actualmente en Estados Unidos, tres de cada diez personas empleadas como docentes en la educación superior tienen 55 años o más. En Brasil, Chile y Colombia, son dos de cada diez. En España la situación es aún peor puesto que la edad media del funcionariado docente es de 55,8 años y en el caso particular de los catedráticos y catedráticas de universidad sube hasta los 59 años. Dentro de diez años la mitad de los profesores permanentes que trabajaban actualmente en las universidades españolas se habrá retirado.
Dado que las universidades son reacias a contratar nuevo personal por razones financieras, se está haciendo muy poco para formar a la próxima generación de trabajadores en la educación superior. Y la pregunta que surge es ¿cómo pueden atraer y retener a los mejores talentos en un entorno de recursos limitados?
Para abordar esta cuestión, es esencial que las instituciones desarrollen estrategias efectivas de reclutamiento y retención de personal. Esto puede incluir la implementación de programas de desarrollo profesional, la mejora de las condiciones laborales y la promoción de la investigación y la innovación. Además, es importante que los gobiernos y las organizaciones de financiamiento reconozcan la importancia de invertir en la educación superior como parte integral del desarrollo sostenible en la región.
La escasez de mano de obra en la educación superior es un desafío global. Los líderes académicos deben abordar estos problemas de manera proactiva para garantizar la calidad y la sostenibilidad de las instituciones de educación superior en el futuro. Puede que su institución no experimente aun el problema, pero tal vez el Día Mundial de las y los Docentes sea una buena oportunidad para preguntarse si no debería estar trabajando ya hoy para atajarlo.