La pandemia del coronavirus interrumpió la educación de toda una generación de estudiantes. Las estadísticas proporcionadas por la UNESCO muestran que casi 1.600 millones de alumnos de más de 190 países –el 94 % de la población estudiantil del mundo– se vieron afectados por el cierre de las instituciones educativas en el momento más álgido de la crisis.

En el caso de España, afectó a 10 millones de estudiantes. La gran mayoría, 8,2 millones de escolares, de las etapas obligatorias de enseñanza.

Como afirmó el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, “nos enfrentábamos a una crisis de aprendizaje antes de la pandemia y con la pandemia se ha agravado, afectando sus consecuencias especialmente al alumnado en riesgo de exclusión social”. Los índices de abandono en España ya estaban por encima de los del resto de Europa.

¿Cómo afecta la pandemia al abandono escolar temprano? ¿Cuáles son sus riesgos principales? Las circunstancias son muy diversas en cada familia, y con diferente casuística, por lo que ya sabemos que no tendrá el mismo impacto en todos los escolares.

El riesgo de no volver nunca

En situaciones preexistentes ya había escolares en riesgo (de entornos socioeconómicos desfavorecidos, migrantes y minorías étnicas, estudiantes con discapacidades y distintas diversidades) y a menudo se encontraban fuera de la escuela. Con el cierre de los centros educativos, corren el riesgo de quedarse aún más rezagados, o incluso de abandonar la escuela para siempre.

En las circunstancias actuales, este asunto es particularmente preocupante y pertinente. Sabemos que la formación en línea hace emerger las desigualdades socioeconómicas entre alumnado con y sin recursos. Según datos aportados por el Banco Mundial, uno de cada tres alumnos no puede seguir las clases virtuales porque no tiene ordenador o internet en casa.

Hemos asistido a las respuestas más creativas desde el sector escolar para paliar las dificultades de conectividad y acceso a internet a las que se enfrentan las familias más vulnerables. Por ello, la UNESCO propone ampliar la definición del derecho a la educación para que aborde la importancia de la conectividad y el acceso al conocimiento y a la información.

España, la primera de la lista

La situación sobrevenida por la Covid-19 va a dejar fuera de juego a muchos jóvenes. Y este es un panorama desolador en un contexto como el nuestro, donde el 17,3% de los adolescentes –casi uno de cada cuatro de los jóvenes– no quiere seguir o no puede seguir dentro de un sistema educativo que, a su vez, está el primero en la lista de abandono de toda la Unión Europea.

Nos la jugamos en cada pupitre vacío. Por cada adolescente que abandona con 16 años –o menos–, eventualmente habrá un adulto condenado al paro o empleo precario. En esta tesitura las desigualdades se agravarán conduciéndonos a una sociedad peligrosamente segmentada. Un riesgo que no nos podemos permitir en pro de una sociedad cohesionada.

24 millones de estudiantes en riesgo

La UNESCO estima que alrededor de 24 millones de estudiantes, desde el nivel preprimario hasta el universitario, corren el riesgo de no regresar a la escuela después de la interrupción de la educación debida a la pandemia.

En los niveles de Educación Primaria y Secundaria, 10,9 millones de estudiantes están en riesgo, 5,2 millones de los cuales son niñas. Los 10,9 millones de Educación Primaria y Secundaria se suman a los 258 millones de niños y jóvenes de esta edad que ya estaban fuera de la escuela antes de la crisis.

En el informe La educación en tiempos de COVID-19 y más allá se asegura que la pandemia ampliará en un tercio el déficit en la financiación necesaria para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en Educación (ODS4) acordados por la comunidad internacional para 2030, ya que a pesar de las medidas de enseñanza en línea que se están llevando a cabo, la educación de los colectivos más vulnerables está viéndose muy afectada. Y no podemos olvidar que estamos hablando de un derecho fundamental.

Un desastre generacional

Según la UNESCO, en Educación Infantil se ha previsto una pérdida de matrícula del 2,8 %, es decir, unos 5 millones menos de niños escolarizados. Según las mismas proyecciones, el nivel de Primaria podría perder el 0,27 % del alumnado y el de Secundaria, el 1,48 %, lo que equivaldría a 5,2 millones de niñas y 5,7 millones de niños que dejarían los estudios en ambos niveles.

Nos enfrentamos a un desastre generacional sin precedentes en la historia de la educación.

Lamentablemente, tiene que venir un desafío como el de la Covid-19 para desnudar el sistema y mostrar la situación tan delicada en la que se encuentra la educación y para solicitar que se aumente la financiación de la educación pública para construir mejores escuelas, más inclusivas y justas de cara al futuro.


Rosa M. Rodríguez-Izquierdo, Profesora Titular Dpto. Educación y Psicología Social, Universidad Pablo de Olavide (2004 hasta la actualidad), Universidad Pablo de Olavide

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.